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Álvaro Van den Brule, fundador de Ajedrez sin Fronteras

Ajedrez para mejorar el mundo

La ONG Ajedrez Sin Fronteras ha consolidado 15 escuelas de ajedrez en campamentos de refugiados a través de sus talleres solidarios, gracias a la colaboración con otras ONG, la financiación de ayudas económicas, donaciones, el apoyo de sus colaboradores y el tesón de su fundador, Álvaro Van den Brule.

Álvaro Van den Brule en una de las escuelas en África de Ajedrez sin Fronteras.

La idea de Ajedrez sin Fronteras comienza a gestarse en una de las visitas de Álvaro Van den Brule a Dharamsala, conocido como “Lhasa”, al norte de la India. "Este lugar, residencia del Dalai Lama tras exiliarse del Tíbet, es un enclave espiritual para los refugiados que han huido de su Tíbet natal en las últimas décadas por la ocupación china”, explica Van den Brule.

En esta ciudad de peregrinaje, Van den Brule comienza a hacer trueque, enseñanzas de ajedrez a cambio de alojamiento y comida. Desde entonces, esta “herramienta social me ha ayudado a confraternizar, a ampliar miras, a aprender de mis jugadores y a compartir emociones y pasión”.

Y este puente es el que establece los objetivos de Ajedrez sin Fronteras: “Hermanar, unir y crear un escenario de relaciones viables, como el respeto y la cooperación, en aquellos lugares especialmente castigados por la desgracia y el infortunio, tales como campamentos de refugiados, cárceles, orfanatos, etc.”, explica el profesor de ajedrez.

Escuelas consolidadas en India, Jordania, Etiopía, Argelia

La India, Jordania, Etiopía o Argelia, son algunos de los países donde la ONG ha conseguido cimentar sus escuelas de ajedrez en los últimos años. En la India, la escuela de invidentes y discapacitados auditivos de la Fundación Vicente Ferrer de Anantapur acogió “a 300 niños con discapacidad visual donde aprendieron a jugar al ajedrez en diferentes centros, con tableros y piezas en braille”, detalla Van den Brule, siendo la undécida escuela de ajedrez fundada.

En la escuela St. Mary's College, instituida por el padre Ángel Olaran, actualmente el orfanato más grande del mundo, en Wukro, al norte de Etiopía, y en su cárcel local, la ONG creó sendas escuelas en 2011. De la primera de ellas salió el actual campeón nacional de ajedrez etíope, adoptado por Van den Brule. La escuela ha conseguido mantenerse en el tiempo gracias al apoyo económico y la continuidad de su fundador, el padre Olaran.

A través de sus talleres de ajedrez, “ayudamos a las personas a crear espacios en la rutina, les enseñamos a estudiar, a ser más sociables, a debatir, a ser simplemente más humanos. Al ser consciente de su tragedia y de su realidad, te das cuenta de que la esperanza es un bien preciado”, dice Van den Brule.

Clase de ajedrez en el campo de Al Zaatari, en Jordania.

Al Zaatari

Al Zaatari, en el desierto de Jordania, es el quinto campo de refugiados más grande del mundo, creado por el Gobierno sirio y ACNUR en 2012. En él habitan más de 80.000 personas desplazadas tras la guerra siria, de las que la mitad son niños. Forman parte de los más de 25 millones de refugiados que existen, según estadísticas de 2017 de Acnur.

En este campamento de refugiados, conocido como la cuarta ciudad de Jordania, “conviven niños, viudas, personas mayores y muchas personas mutiladas y con gravísimas secuelas visibles por la guerra siria del 2012”, asegura Van den Brule. En Al Zaatari, “te sientes como si estuvieras en tierra de nadie. A nivel personal, la intervención de nuestra ONG ha sido la más difícil a nivel psicológico”, dice el fundador de Ajedrez sin Fronteras.

En Al Zaatari, Van den Brule y su equipo aportaron, con sus clases de ajedrez y de manera comprometida, “esperanza, cuando se vive en la nada más absoluta”, según sus palabras. Hace algo más de un año, la ONG creó allí su última escuela de ajedrez hasta el momento, en la que impartió el primer taller social a 300 alumnos y alumnas sirios durante 15 días gracias al apoyo de Save the Children, Acnur y Unicef.

En el campamento se abrió además un taller de confección artesanal de ajedreces con elementos reciclados para empoderar a las mujeres del campamento. Y la ONG tituló a los jugadores “con un certificado y un carnet de ajedrez, como un grado elemental en la escala básica de la enseñanza del ajedrez pero de suma importancia para los principiantes”, dice Van den Brule.

Nuevos proyectos en Grecia y el Kurdistán iraquí

La idea final es que las escuelas de ajedrez continúen su labor social dentro de los campamentos cuando la ONG regresa a España para seguir buscando financiación. El próximo proyecto de Ajedrez sin Fronteras es “conseguir llegar a los campos de refugiados de Mitilene en Lesbos (Grecia) y de Erbil, (en el Kurdistán iraquí) entrenando a nuevos maestros y maestras mediante un protocolo para que, de una manera intensiva, puedan acceder a la titulación de monitores y continúen con la labor social de la ONG.

Aunque no todos los propósitos son viables, por “la situación general de nuestro país y de algunas expectativas fallidas con patrocinadores. Puede que este año no podamos alcanzar los dos proyectos que nos habíamos propuesto”, admite Van den Brule.

Quienes deseen colaborar con la ONG, pueden hacerlo a través de su web.