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La activista sueca ha inspirado un movimiento estudiantil que reclama más firmeza contra el cambio climático

Greta Thunberg, la adolescente que ha despertado a una generación

La lucha de esta activista de 16 años ha inspirado a miles de jóvenes en todo el mundo que se resisten a ser víctimas silenciosas de los desastrosos efectos del cambio climático, provocado por la conducta irresponsable de los adultos.

La adolescente Greta Thunberg.
La adolescente Greta Thunberg.

En la escena cumbre del cuento de Hans Christian Andersen ‘El traje nuevo del emperador’, la muchedumbre aplaude enfervorecida cuando el monarca desfila por las calles en paños menores. Solo un crío pequeño y harapiento se atreve a decir la verdad: “¡Está desnudo!”. Es exactamente lo que ha ocurrido con Greta Thunberg, la joven activista sueca contra el cambio climático. Solo esta niña, con su chubasquero amarillo y su pancarta de cartón, se ha atrevido a criticar los pomposos discursos sobre el cambio climático de los grandes de este mundo y decir que es solo palabrería vacía.

Todo empezó el pasado 20 de agosto en el centro de Estocolmo, cuando quedaban 20 días para las elecciones generales en Suecia. Greta decidió sentarse en el pavimento de la plaza de Mynttorget, frente a la fachada del Riksdag, el Parlamento sueco, con una pancarta en la que había escrito tres palabras: “Skolstrejk for Klimatet” (huelga escolar por el clima).

Sus padres, la célebre mezzo soprano Malena Ernman y el actor Svante Thunberg, pensaban que su ocurrencia iba a durar dos horas, justo hasta la hora de comer. Pero no fue así. Greta siguió saliendo cada día para permanecer sentada durante jornadas de siete horas. Pasaron las elecciones y la niña ha seguido apostandose frente al Parlamento cada viernes. Su lucha no tenía una intención electoralista, como muchos pensaron, sino que persigue que todos los gobiernos tomen medidas drásticas para reducir las emisiones de efecto invernadero. 

Thunberg simboliza la indignación de los jóvenes que se dan cuenta de que sufrirán el cambio climático en mayor medida que los adultos

Su desafío ha traspasado las fronteras del país escandinavo y ha dado vida a un movimiento juvenil de proporciones mundiales. Siguiendo la estela de la pequeña Greta, decenas de miles de estudiantes se manifiestan cada viernes en unas 300 ciudades de todo el planeta. Aunque la niña rechaza adherirse a ninguna organización ecologista, su acción  ha inspirado el nacimiento de plataformas como Fridays For Future, que promueve las concentraciones de los viernes, Juventud X el Clima o Extinction Rebellion, un movimiento de acción directa no violenta que bloqueó el centro de Londres el pasado 17 de noviembre.

La preocupación de la activista sueca por el cambio climático ya se manifestó hace cinco años, cuando solo tenía 11 años de edad y un profesor puso en clase unos impactantes vídeos sobre los efectos del calentamiento global. A sus compañeros de clase la conmoción les duró algunos días pero ella se sumió en una depresión que le hizo perder el apetito durante al menos dos meses. Adelgazó 10 kilos.

Greta está diagnosticada de síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista que merma las habilidades sociales, por lo que le cuesta exteriorizar esta enorme sensibilidad. Aún así ha tenido que vencer su miedo escénico para ponerse en varias ocasiones ante numerosos líderes mundiales y cantarles las cuarenta.

Así lo hizo en una sesión plenaria de la última Cumbre Climática de Naciones Unidas, celebrada en Katowice (la COP24), donde no le tembló la voz cuando lanzó dardos tan duros como estos: “Ustedes solo hablan del crecimiento económico verde y sostenible porque tienen demasiado miedo a no ser populares. Dicen que aman a sus hijos por encima de todo pero les están robando su futuro ante sus propios ojos”.

Con la misma determinación se enfrentó a los líderes políticos y económicos reunidos en la cumbre anual del Foro Económico Mundial en Davos (Suiza): “Nuestra casa está en llamas. Les gusta presumir de su éxito pero su éxito financiero ha tenido un precio inimaginable y, en cuanto al cambio climático, debemos reconocer que hemos fracasado. Quiero que entren en pánico”. Sin embargo, en este discurso ofreció un destello de esperanza: “Aún hay tiempo para cambiarlo todo”.

Greta Thunberg simboliza la indignación de los jóvenes que se dan cuenta de que sufrirán las consecuencias del cambio climático en mayor medida que sus padres o sus abuelos. Ellos pagarán cara la inacción de las generaciones anteriores que pudiendo frenar la catástrofe, no lo están haciendo por codicia,  miopía, o indiferencia.