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Javier Fernández Aguado, escritor, filósofo y economista

“El brujo, el sabio, es ahora más necesario que nunca porque es quien distingue entre lo importante y lo simple”

En una sociedad que recibe más información de la que puede digerir, muchas personas deambulan atolondradas, sin tiempo para la reflexión. Por eso es necesario volver a los clásicos, leer a los sabios y obrar con más y mejor conocimiento. Javier Fernández Aguado es filósofo y economista, ha trabajado como alto directivo y ha sido empresario, pero desde hace tiempo se dedica a la investigación y al asesoramiento de empresas. En sus conferencias recurre a Santa Teresa de Jesús, o a los templarios, para mostrar a sus alumnos, que suelen ser CEO, los mejores modelos empresariales históricos o cómo se hace una buena selección de personal.

Javier Fernández Aguado, escritor, filósofo y economista.
Javier Fernández Aguado, escritor, filósofo y economista.

La filosofía tiene las claves y el brujo, el sabio, es ahora más necesario que nunca, pues es quien mejor discrimina entre lo importante y lo simple. Así es sobre todo en estos tiempos, que discurren sobrecargados de datos e información y dificultan la capacidad de interpretar el mundo. Por eso Javier Fernández Aguado dedica la mitad de su tiempo al estudio, quizás por alcanzar la sabiduría o al menos acercarse a ella, y la otra mitad de sus horas hábiles las ocupa transmitiendo esos conocimientos para una mejor gestión de las empresas.

Pero ¿cómo se gestiona mejor una empresa? La verdad es que no sólo depende de la buena preparación de sus directivos, ni de una experiencia dilatada. Como dice Fernández Aguado, “el problema de los CEO, en muchas ocasiones, es que de práctica lo saben todo, y de su sector han estudiado también todo, pero hay algo de lo que no saben, que es de personas, y yo les puedo hablar de personas que trabajan y cómo conseguir elementos de motivación, de ilusión, de perspectiva, de estrategia...”.

"El problema de los CEO, en muchas ocasiones, es que de práctica lo saben todo, y de su sector han estudiado también todo, pero hay algo de lo que no saben, que es de personas"

Para eso le han servido los años de estudios, de lecturas, de vuelta al pasado, a la historia, casi la prehistoria, pues en su recorrido por los nombres ilustres de algunos sabios, se remonta incluso al siglo IV, cuando habla de un famoso clérigo cristiano, Juan de Constantinopla, luego reconocido como Juan Crisóstomo, término que proviene del griego y significa ‘boca de oro’, más coloquialmente, 'pico de oro', por su extraordinaria elocuencia.

Según Javier Fernández, “Juan Pico de Oro dice cosas de una inteligencia brutal, como que hay que tener bienes y los llamamos bienes porque son buenos, si no, los llamaríamos males”.

En esta entrevista con Soziable.es, este escritor, también, autor de la ‘Entrevista a Aristóteles’, explica que sus proyectos actuales se centran sobre todo en el asesoramiento en temas de estrategia y personas a los CEO o a los miembros de un comité de dirección, ya sea mediante procesos de coaching o con conferencias para equipos, pero siempre ilustradas con experiencias del pasado: “No es extraño que me pidan, por ejemplo, enseñanzas de algún emperador romano para los momentos que estamos viviendo, o de los templarios para la selección de personal”.

Entrevista a un filósofo del siglo IV a.C.

Entre sus sabios de referencia, el imprescindible es Aristóteles: “Es fascinante, sensacional en la metafísica, pero el libro que más me gustó fue ‘Ética a Nicómaco’, porque Aristóteles le explica a su hijo lo más importante de la vida, que es cómo llegar a ser feliz”. Y en esta obra, esta ‘Entrevista a Aristóteles’ que publica la editorial LID, el filósofo del siglo IV a.C responde que la felicidad se halla en el ejercicio de la virtud, pero matiza también: “A algunos les parece que es la virtud; a otros, la prudencia; a otros, cierta sabiduría; a bastantes, esas cosas siempre que estén acompañadas de placer. No pocos incluyen también la prosperidad material. Sería ilógico concluir que todos se han equivocado en todo. Sucederá más bien que aciertan parcialmente”.

Javier Fernández Aguado despliega en esta obra, de casi 200 páginas, un detallado cuestionario dirigido al gran filósofo y encuentra las sabias respuestas de Aristóteles en el legado que recoge su obra. Le preguntamos, sin embargo, si en este mundo tan complejo del siglo XXI hay alguna pregunta para la que Aristóteles no tenga respuesta. Responde Fernández Aguado que “hay algo que no ha cambiado en el ser humano, que son sus pasiones, sus aspiraciones, sus ilusiones, sus facultades, es decir, todo lo que va de fondo en el ser humano desde que tenemos conocimiento hasta el presente es exactamente igual”.

Lo que cambian son las formas, los aspectos superficiales epidérmicos, pero en la antropología, en la ciencia de la persona, el pensamiento aristotélico es absolutamente actual, a juicio de este doctor en Filosofía. Y explica que “hay tres diferencias básicas con el pasado; la primera es que los de ahora son nuestros tiempos y los percibimos con mayor pasión, pero ahora mismo estamos viviendo un periodo muy parecido al de la segunda mitad del siglo XV, con la invención de la imprenta, es decir, cambios ha habido siempre, lo que pasa es que ahora son nuestros cambios, y los seguimos con particular emoción”.

La segunda diferencia con el pasado es que “los cambios ahora son más rápidos. De hecho, hay profesiones que desaparecen en semanas. Y, en tercer lugar, tenemos el factor información; ahora recibimos una cantidad de información que no podemos digerir y esto hace que haya mucha gente atolondrada”. Por eso, Fernández Aguado recomienda “dedicar tiempo a los clásicos, a la lectura de libros que tengan poso, de lo contrario podemos quedarnos en la última tontería que ha dicho un político o en el último comentario de un iluminado y nos perdemos, porque es imposible digerir y gestionar todo eso, y me parece peligroso para los jóvenes”.

Santa Teresa de Jesús, empresaria modelo

Precisamente por eso es importante contar con la colaboración de los brujos, que hoy en día son los sabios: “Ahora más que nunca el brujo es necesario, porque es quien distingue lo que es importante de una simpleza”. Y en este sentido, a Javier Fernández Aguado le apasiona revisar los clásicos, hacer casi una labor de arqueología para descubrir personajes, situaciones o circunstancias que no han sido percibidas con la relevancia que merecen.

Así, en una de sus sesiones de trabajo para CEO, les va a hablar de la dirección general de una mujer del siglo XVI que se llamó Teresa de Jesús, que “fue capaz de poner en marcha 16 conventos de la nada, con una oposición brutal y con un machismo increíble; Santa Teresa de Jesús es la mejor empresaria que podríamos poner de modelo y fue capaz de llevar adelante un proyecto que sigue vivo hoy en día; a ver cuántas empresas superan cinco siglos”.

La vigencia del pensamiento aristotélico y su aplicación al mundo empresarial es también una de las pasiones de este escritor, economista y filósofo, que afirma con rotundidad que hay una ola (no le gusta el término ‘moda’) muy positiva entre las empresas que se traduce en un cambio nominativo de sus departamentos, como es dirección de desarrollo de personas en lugar de dirección de recursos humanos, y una mayor preocupación por las personas, por la motivación y el compromiso.

“Hay algo que no ha cambiado en el ser humano, que son sus pasiones, sus aspiraciones, sus ilusiones, sus facultades, es decir, todo lo que va de fondo en el ser humano desde que tenemos conocimiento hasta el presente es exactamente igual”.

Resulta, además, a la vista de las afirmaciones de Aristóteles en esta entrevista, que son muy necesarias estas olas de cambios, pues afirma el filósofo que “el mundo de los negocios suele ser violento”. Según Fernández Aguado, “casi todos los mundos son un poquito violentos porque al final lo que funciona en el mundo es un egoísmo que debe ser compartido, es decir, el ser humano por definición es egoísta, y lo que hay que hacer es buscar un egoísmo compartido, con lo cual todos estaremos sacando fruto; hay gente mejor que otra, pero todos tenemos un objetivo en la vida y la complementariedad de esos objetivos es lo que permite crear organizaciones positivas cuando hay un poquito de ética de por medio”.

Es un engarce de egoísmos compartidos, “por eso nunca puede funcionar el comunismo, es un error antropológico pensar que el ser humano es bueno por naturaleza y aquí todos tenemos intereses que tenemos que ser capaces de compatibilizar para que una sociedad funcione. Lo difícil es encontrar ese equilibrio entre el egoísmo y luego la solidaridad o el hecho de querer que todos tengan determinados beneficios o no”.

Capitalismo con rostro humano

Sin embargo, gracias a Marx, entre otros, se produjo un impulso renovador en las sociedades empresariales, “porque lo que denuncian los comunistas es muy cierto”, advierte el escritor. Pero esas denuncias requieren también soluciones, y en eso no acertaron los comunistas, según Fernández Aguado, que habla de otras aportaciones que sí contribuyeron a los cambios que nos llegan hoy en forma de economía social, ecologismo o sostenibilidad.

Cuenta entonces la historia de José María Arizmendiarrieta, un sacerdote católico vasco, ideólogo y promotor de las empresas cooperativas, del Grupo Mondragón en concreto, que impulsó a partir de la posguerra, cuando fue destinado a Mondragón y dio luz a su idea de crear cooperativas para evitar el capitalismo puro y duro, donde todos son propietarios, y “es un modelo al que sigue yendo gente de todo el mundo a investigar cómo se hace eso de un capitalismo con rostro humano”.

También advierte Aristóteles en su entrevista con este economista y filósofo que “el directivo es guardián de la justicia. No tiene más, si es justo, porque no se atribuye más que a los otros, a no ser que proporcionalmente le corresponda. Se afana a favor del otro. Debe recompensársele con honor y dignidad. Quienes no se satisfacen con esto se tornan déspotas”.

Sin embargo, para nuestro entrevistado, la principal de las virtudes que debe atesorar un buen directivo o un líder es la prudencia. Explica que esta palabra, prudencia, en su etimología latina, combina dos expresiones que tienen que ver con las palabras ‘ver’ y ‘lejos’, es decir, “el mejor directivo es el que tiene una visión a largo plazo, no el que está agobiado por el trimestre o el cierre de cuentas, sino el que diseña cuáles van a ser sus aportaciones”.